Por: José Ramón Amieva Gálvez
Si la naturaleza no dispone otro futuro, y pese a los últimos fenómenos meteorológicos, en lo general se espera en nuestro país una abundancia de cosechas, producto del talento y dedicación de los trabajadores del campo mexicano, probablemente nuestra región no será la excepción, sin embargo, pese a obtener un producto de la tierra excelente en calidad y abundante en cantidad, aún existe una brecha de desigualdad entre los agricultores del sur y del centro, en el sur, cuando los productores cobran la cosecha, en su mayoría van a la agencia de automóviles para adquirir un vehículo nuevo, a diferencia de los trabajadores del campo del centro de nuestra República, quienes pagan sus deudas, retiran del empeño sus pertenencias, dan un adelanto para futuras siembras y un pequeño gusto a sus familias, sabemos de las dolorosas diferencias de crecimiento y bienestar social entre el norte y el sur, pero, quienes habitamos el centro también tenemos necesidades muy sentidas y urgentes.
Una de las labores más dignas es el trabajo del campo, motor principal de la 4ta transformación del país, en nuestra región más del 75% de la actividad económica se centra en la agricultura y actividades relacionadas, por lo que, en este ciclo de siembra tenemos la esperanza que se contará con un precio justo a la cosecha y una remuneración adecuada para satisfacer las necesidades de nuestras familias. En su mensaje por el 3er informe de Gobierno, nuestro presidente de la República señaló, que programas federales como Sembrando Vida, apoyo para fertilizantes, además de Programas para el Bienestar, llegarán a nuestra entidad.
Nuestra esperanza se fortalece y nuestras expectativas de mejorar nuestra calidad de vida aumentan, pero si se contarán con programas de rehabilitación de nuestros sistemas de riego, ampliación de la cobertura territorial de precio de garantía, establecimientos de cadenas cortas de distribución y mercado, así como centros de distribución y abasto, estaríamos mucho mejor.
El campo mexicano es origen de nuestra lucha, destino de supervivencia de generaciones futuras y elemento esencial de la identidad de nuestra nación, el campesino y el agricultor, han motivado y sostenido movimientos que han dado forma a nuestro país y seguirán siendo agentes del cambio real para nuestra población.